jueves, abril 25

Triunfos y fracasos de lado a lado

Hace apenas unas semanas se produjo el muy comentado canje de algunos ciudadanos estadounidenses presos en Venezuela a cambio de la liberación de los “narco-sobrinos” que entonces cumplían una condena firme de dieciocho años de prisión federal en los Estados Unidos.

Analizar el hecho en el marco de una negociación requiere considerar cuál de las partes, Estados Unidos o Maduro, obtuvo más ventajas en la empresa y cuál es el precio que cada uno pagó por ello.

Maduro y su esposa, no Venezuela, salieron victoriosos al asegurar la liberación de sus seres queridos. El evento también sirvió para demostrarles que es beneficioso para ellos mantener como rehenes a ciudadanos estadounidenses para cambiarlos por fichas con fines políticos o de otro tipo. Sin embargo, no pudieron asegurar la mejor de las recompensas, como la libertad de su «diplomático» Alex Saab, quien actualmente lleva un año vistiendo el mono naranja en una prisión federal de Miami y cuya «canción» cuyo trueno de tenor ciertamente no es a merced del procerato «revolucionario».

Biden, por su parte, también se impuso —excepto en Florida, donde no tiene nada más que buscar— siempre que unas pocas semanas antes de una elección intermedia importante y comprometida (senadores, congresistas, gobernadores, etc.) parece sonreírle. él, puede presumir el triunfo de haber rescatado a ciudadanos americanos injustamente privados de su libertad en el extranjero. Esta es una política consistente de todos los gobiernos de EE. UU. y actualmente se están negociando intercambios similares con Rusia, Irán y otras naciones. El precio pagado por el intercambio fue alto y vergonzoso, ya que tuvo que renegar de su proclamado principio de no negociar con los perpetradores de abusos contra los derechos humanos.

Maduro también salió victorioso al forzar la aceptación tácita de su “gobierno” por parte de Estados Unidos, que oficialmente no lo reconoce a él sino al gobierno interino. Tal cosa venía ocurriendo desde hace unos meses a través de las conversaciones mantenidas con altos funcionarios estadounidenses para gestionar el alivio de sanciones a cambio de un posible suministro de petróleo desde Europa, sujeto ahora al cese de las ventas rusas.

Sin embargo, el autoproclamado Superbigote, a través de una humilde carta firmada por su inefable vicepresidente, tuvo que solicitar subrepticiamente al Fondo Monetario Internacional, una macabra organización según ellos, otorgara el reconocimiento a su gobierno (retirándoselo a Guaidó) en a fin de que se pudieran liberar ciertos fondos que serían utilizados para fortalecer las reservas de divisas del Banco Central de Venezuela, facilitando así la posibilidad de mantener las importaciones y el cumplimiento -aunque sea parcialmente- de los compromisos internacionales más urgentes de la República hoy con un gran retraso.

Así como hemos apuntado algunos hechos benéficos para el combo de Miraflores, es momento de comentar el “palito de cerdo” recibido esta semana como parte de la Asamblea General de Naciones Unidas por ser golpeado en la aspiración a la reelección de la República Bolivariana. a incorporarse al Consejo de Derechos Humanos de la organización que, días antes, había decidido prorrogar por dos años el mandato de su misión investigadora, cuyo último informe no deja dudas sobre el uso político de la justicia y las atroces torturas que se practican aplicada en las células de los organismos de «seguridad». Al respecto, no podemos dejar de comentar las vergonzosas abstenciones de países “hermanos” de América Latina como Argentina y México, que prefirieron hacer la vista gorda ante otros cuya falta de compromiso con los derechos del hombre es pública y notoria. El referido informe dejó claramente expuesta la “cadena de mando” con el nombre y apellido de donde provienen y se perpetran estas violaciones.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas tiene 47 miembros, muchos de los cuales no son realmente campeones. La integración la decide la Asamblea General (193 miembros) dentro de listas representativas de la distribución geográfica del planeta. América Latina ahora tenía una cuota para elegir dos miembros, pero se presentaron tres candidatos y la votación arrojó 144 votos para Chile, 134 para Costa Rica y solo 88 para Venezuela. Éxito para los derechos humanos, sí, pero… 88 Estados prefirieron votar por quienes los violan de manera flagrante.

No podemos cerrar estas reflexiones sin comentar la situación en la OEA, cuya Asamblea también tuvo lugar en Lima hace unos días. Para dicha reunión, un grupo de países tenía previsto votar una resolución para expulsar a la representación venezolana cuyo actual patrimonio está representado por el embajador Gustavo Tarre designado por el presidente (E) Guaidó. La maniobra fracasó, pero solo porque no alcanzó la mayoría especial requerida. Este columnista asume que con los cambios políticos que se han producido y los que se avecinan en el continente antes de la próxima reunión de la Asamblea, ya podemos empezar a pensar en la pérdida de esta representación.

Así que hay verde y también maduro.

@apsalgueiro1

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo