sábado, mayo 4

Ahora un frente anti-chino

El viaje del presidente estadounidense a Japón y Corea del Sur la semana pasada logró avivar el fuego de los desacuerdos con China. Ya no es sólo una cuestión de poder económico. De sus declaraciones deducimos que Joe Biden está decidido a dar un giro geopolítico y a poner el centro de su atención en una nueva prioridad esencial que es asegurar la cohesión de las democracias liberales frente a los regímenes autoritarios… empezando por la Asia.

Este nuevo canon fue anunciado en febrero cuando, a través de su vocero, la Casa Blanca dijo: “Nuestro objetivo no es cambiar la República Popular China, sino configurar el entorno estratégico en el que opera, construir un equilibrio de influencia en el mundo que sea lo más favorable posible a los Estados Unidos, a sus aliados y socios, y a los intereses y valores que compartimos”.

Este dossier está en pleno apogeo mientras los grandes se preparan para la cumbre de la OTAN en Madrid en otoño. Biden espera que la Alianza esté al tanto y comparta su preocupación por las ambiciones abiertamente declaradas de China que Washington describe como un «desafío sistemático al orden internacional, incluso en el área de la seguridad». Lo que pretende plantear el presidente estadounidense es la existencia de una relación de complicidad entre Moscú y Pekín sobre la cuestión de la guerra en Ucrania que se expresaría a través de la facilitación del proyecto bélico ruso. Le tocará entonces a Joe Biden apoyar esta tesis que no tiene muchos seguidores. No todos en la OTAN bailan al mismo ritmo. Francia es la primera que no lo ve con buenos ojos.

China, por su parte, ve estas tensiones de manera diferente. Pour Xi, ce qui a causé le malentendu qui a conduit plus tard à l’invasion de l’Ukraine par la Russie, c’est la provocation et le siège anti-russe de l’OTAN, qu’il considère comme une branche armée de los Estados Unidos. La opinión de Beijing es que Washington ahora se dirige por un camino similar en Asia, creando un nuevo frente allí, pero esta vez contra China. Esto se implementaría a través de tres importantes alianzas: Aukus (acuerdo militar entre Estados Unidos con Gran Bretaña y Australia), el QUAD (simposio informal entre Australia, India, Japón y Estados Unidos) y Five Eyes (Alianza de Inteligencia de Canadá, Estados Unidos). Unido, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos). Todo esto parece haber salido a la luz ante los ojos chinos durante el viaje de Biden a Asia.

No es coincidencia que el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, llamara a su homólogo japonés, Yoshimasa Hayashi, el miércoles pasado para advertirle sobre cualquier acción negativa de Japón y Estados Unidos contra China. Japón se ha revelado, tras esta visita, como el gran nuevo socio estratégico de Estados Unidos, al que China mira con justo resentimiento.

La cuestión de las libertades y la democracia no se debate en el entorno asiático. Asia, para Pekín, debe arreglárselas sola y con China a la cabeza, tanto por su tamaño como por su poder. Estados Unidos parece quedarse atrás en la ecuación.

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