domingo, mayo 19

Puntaje bajo para salud en China

La clasificación de China en los índices mundiales de salud deja mucho que desear. La Organización Mundial de la Salud sitúa a este país en el puesto 144 de sus índices. Las razones se deben principalmente a la inconsistencia entre las normas sanitarias en el campo y en las grandes ciudades. Otras publicaciones comerciales son más generosas con el gigante asiático en cuanto a las tarifas sanitarias para sus ciudadanos. En 2021, la revista Revista CEO coloca a China en el puesto 47. El primer país del mundo según esta publicación sería Corea del Sur seguido de Taiwán, Dinamarca, Austria, Japón, Australia, Francia, España, de Bélgica y Reino Unido. Por citar solo los países de América Latina que superan a China en políticas y gestión eficiente del sistema de salud, son Ecuador, México, Colombia, Uruguay y Chile.

El coloso asiático, sin embargo, dedica el 5,5% de su producto interno a la atención de la salud, pero el número de médicos en relación con la población sigue siendo bajo: 1,6 médicos por cada 1.000 habitantes. Baste decir que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos tienen una proporción de 3,5 médicos por cada 1.000 habitantes.

La pandemia del SARS que estalló en Guangdong en 2003 hizo sonar las alarmas en Beijing sobre la necesidad de una reforma sustancial de las políticas relacionadas con la salud, y desde entonces se han formulado muchas estrategias. Las autoridades afirman con orgullo que durante la última década, ningún país del mundo ha progresado tanto como China en la mejora de los problemas de salud. El caso es que mientras el gobierno chino asegura que el 95% de la población de 1.400 millones tiene acceso a la atención básica de salud, las carencias sanitarias son las mismas que en cualquier país subdesarrollado.

Estas debilidades están vinculadas fundamentalmente a la debilidad del sistema de seguro de salud, la insuficiente oferta de servicios médicos en el país, la ausencia de medidas para aumentar la capacidad operativa de los hospitales, la mala gestión de la escasez de equipos médicos y materiales de protección y la falta de atención de la industria. lentitud para responder a las demandas gubernamentales en tiempos de crisis.

La paradoja es que mientras grandes masas de la población rural permanecen al margen de la atención hospitalaria moderna, el país cuenta con el sistema electrónico de vigilancia de la salud y evaluación de infecciones en tiempo real más poderoso del mundo, caracterizado por un modelo de notificación inmediato, transparente y completo. . . Asimismo, la capacidad de investigación científica de China supera la de muchos países desarrollados del mundo.

Lo que se ha vuelto evidente con las recientes cuarentenas forzadas en las principales ciudades es que las autoridades que defienden la estrategia Zero Covid creen que incluso el sistema no es lo suficientemente sólido. En los centros urbanos prósperos, la red hospitalaria no tiene la capacidad de albergar la inmensa masa de contaminados que podría ocurrir. Por tanto, es necesario evitar, a toda costa, que los contagios se vuelvan inmanejables.

En conclusión, a pesar de las señales que no son favorables, la salud es una prioridad para los líderes de Beijing. Es un componente esencial de la estabilidad social y la cohesión de la población en torno a sus gobernantes.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo