domingo, abril 28

La caja, de Lorenzo Vigas, extrae la herida del orfanato de las grietas

Festival de Cine de Venezuela

Después de varios premios y una gira por los festivales más importantes del mundo, La caja, de Lorenzo Vigas, se estrenó en el país en la sección Muestra Especial del Festival de Cine de Venezuela, regresando a Mérida después de tres años. Una especie de aperitivo, revela el director, para el avance comercial de noviembre, al que asistirá para animar la presentación.

La caja se estrenó en el 78º Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó el Premio Unicef ​​Leoncino d’Oro Agiscuola, y se proyectó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, BFI London Film Festival, el Festival Internacional de Cine de Toronto, Lincoln Center de Nueva York y el Festival de Cine de Miami, entre otros.

También ganó el Gran Premio del Jurado y el Premio Especial del Jurado al Mejor Guión en los Festivales de Cine de Lisboa y Sintra, y el Premio Especial del Jurado al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Tesalónica.

Proyectado en el Multicine Las Tapias de Mérida, con mucho interés y aplausos del público, La caja cuenta la historia de Hatzín (Hatzín Navarrete), un adolescente que viaja al norte de México en busca de los restos de su padre, encontrados en una fosa común.

Cuando regresa a la Ciudad de México, donde vive con su abuela, Hatzín se encuentra en la calle con un hombre, Mario (Mario Mendoza), que se parece a la foto de su padre que le dieron con una caja de metal que contiene los restos del progenitor. .

Entonces cree que Mario es su verdadero padre, por lo que deja la caja de metal y, tras mucha insistencia, logra que el hombre lo acoja y le dé trabajo en una maquiladora, una especie de fábrica, muy común en la zona. zonas fronterizas de México, conocidas por su opacidad y por la explotación de los trabajadores.

La caja está realizada con rigurosa sutileza, con diálogos cortos y potentes y una fotografía en la que se destaca la imponencia del desierto de Chihuahua, así como la mirada triste y perdida de Hatzín y la ambigua expresión de Mario, que puede ser tan duro como amable con el chico.

«Yo pienso que La caja Es una película muy latinoamericana y muy venezolana, aunque no fue filmada en Venezuela, en la línea del tema de cómo un adolescente comienza a desviarse hacia un posible criminal. ¿Cuántos adolescentes se crían en Venezuela sin figura paterna, o en México, o en muchos países de América Latina? reflexiona Vigas, el primer latinoamericano en ganar el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia con la película De la (2015).

“La otra cosa que es importante es que es un adolescente en busca de su identidad. Cómo conseguirlo sin verte reflejado en un padre. Todos los niños crecen viéndose reflejados en su padre, buscan su identidad, a veces tratando de no parecerse a ellos mismos. En ese sentido, la película también es muy latinoamericana y venezolana», agrega el director.

Vigas señaló que con La caja cierra, de momento, el capítulo sobre paternidad de su libro, que ha los elefantes nunca olvidan (2004) y De la como antecesores: «No sé por qué me enganché en este tema. Tenía una buena relación con mi padre, que no estaba ausente. No viene de la experiencia personal».

«Creo que me conecté con un arquetipo latinoamericano. A veces inconscientemente te conectas con algo y yo me conecto con ese arquetipo», dijo la cineasta, quien actualmente trabaja en una película sobre una mujer.

Para el director, filmar en el Desierto de Chihuahua le pareció efectivo porque dramáticamente “promueve el aislamiento de Hatzín, en medio de un paisaje abrumador del norte de México”.

“Además, es cierto que es en estos lugares donde se encuentran regularmente fosas comunes. Y la película comienza con una fosa común”, dice Vigas.

Destaca el clima en la película, que comienza en verano y poco a poco va apareciendo la nieve: “Cuando es verano, espera que ese hombre sea su padre, luego el clima se vuelve más frío a medida que avanza la historia.

Vigas no ve a Mario como un villano, sino más bien, reflexiona, es un pequeño engranaje en un sistema mucho más grande: el de abuso de trabajadores. “No solo en México, sino en China y otros países, de hecho, China se menciona varias veces en la película”.

“Mario es solo un pequeño eslabón en un sistema más grande, que lo llevó a hacer ciertas cosas para tener comida en casa, para alimentar a su nueva hija, su nuevo hijo Hatzín. Así que no lo veo como un villano sino como un sobreviviente”, explicó.

La obra de arte, dice Vigas, es mostrar lo que no se ve. «Qué hay entre las grietas, y entre las grietas tenemos problemas como el orfanato y sus consecuencias, algo que estoy tratando de sacar a la luz».

En cuanto al Festival de Cine de Venezuela, consideró fundamental que siga siendo un espacio de confrontación para el cine nacional. “Estoy feliz de que la película tenga proyección en Mérida”, dijo.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo