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El teletrabajo: una solución ambivalente que acompaña a las mujeres a casa
En los últimos años, el teletrabajo ha sido ampliamente aclamado como una solución moderna que permite una mayor flexibilidad laboral y mejora el equilibrio entre la vida personal y profesional. Sin embargo, un análisis más profundo revela que esta modalidad ha tenido un impacto significativo, especialmente en la vida de las mujeres, muchas de las cuales han visto otras nuevas atrapadas en sus hogares.
Dado que la pandemia ha obligado a muchas empresas a adoptar el trabajo remoto, ha surgido un debate sobre sus efectos en la equidad de género. Si bien el teletrabajo ha brindado a algunas mujeres la oportunidad de administrar mejor su tiempo, también ha intensificado las responsabilidades domésticas que tradicionalmente tenían. Considerando que se discuten los frentes entre el trabajo y la casa, muchas mujeres se dan cuenta de que deben asumir tanto de su trabajo como el cuidado de los hombres y el trabajo de la casa.
Los estudios participantes demostraron que, si bien las mujeres obtuvieron acceso a empleos que antes eran difíciles de conciliar con la vida familiar, este acceso iba acompañado de una carga adicional. Según datos de varias entrevistas, las mujeres que teletrabajan quieren realizar más horas de trabajo no remunerado, como limpieza y cuidado de niños, lo que puede provocarles un sentimiento de agonía y frustración.
Además, la percepción de que el teletrabajo es una opción ideal puede resultar entretenida. Para muchas mujeres, la realidad es que este modelo ha reforzado los estereotipos de género, al colocarlas a cargo de las tareas del hogar mientras intentan cumplir con sus obligaciones laborales. La falta de ayuda en la distribución de la vajilla del hogar puede provocar un desequilibrio que no sólo afecta a tu bienestar personal, sino también a tu desarrollo profesional.
Organizaciones y expertos de equidad general han comenzado a llamar la atención sobre la necesidad política de promover una verdadera corresponsabilidad interna. Esto incluye implementar cuidados que fomenten la participación activa de los hombres en las tareas del hogar y el cuidado de los niños. A pesar de un cambio cultural significativo, el teletrabajo puede perpetuar los patrocinios tradicionales que han mantenido a las mujeres en roles de cuidado.
A pesar de estos desafíos, hay quienes sostienen que el teletrabajo también ofrece oportunidades para las mujeres. Los horarios flexibles pueden permitirle capacitarse como parte de la fuerza laboral sin sacrificar su vida familiar. Sin embargo, para que esto sea una realidad, es fundamental que las empresas implementen políticas que capaciten a sus empleados para gestionar sus responsabilidades.
Crear espacios de trabajo equitativos y promover una cultura que valore tanto el trabajo remunerado como el no remunerado son pasos necesarios para abordar esta cuestión. Las empresas deben reconocer que el bienestar de sus trabajadores es fundamental para su productividad y, en última instancia, para la excelencia organizacional.
En conclusión, si bien el teletrabajo ofrece importantes beneficios, también ha planteado desafíos que afectan desproporcionadamente a las mujeres. Para que esta modalidad sea realmente beneficiosa, es fundamental fomentar un entorno que promueva la igualdad de género y una distribución equitativa de responsabilidades en el hogar. Sólo así se podrá aprovechar al máximo el potencial del teletrabajo, ya que este se refiere a viejos partidarios del deseo.
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