miércoles, abril 24

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FotoEFE

El de la convivencia es uno de los asuntos más equívocos que uno pueda imaginar. Lealtad o simple adhesión o confrontación y oposición (los sinónimos pueden ser numerosos en ambos casos) son conceptos que deben ser inequívocos. Pero eso de compartir un mismo espacio, pero cara a cara no está nada claro, en realidad no lo está. Por tanto, en esta cohabitación entendemos a los escorpiones, es decir, entregados a la dictadura para hacer cualquier trabajo sucio, desde prostituir las comparaciones de su lado original hasta hacerse pasar por falsos adversarios para dividir a los verdaderos adversarios. Pero hay un espacio intermedio donde la virtud y el pecado bailan muy sutilmente. Por lo tanto, trazar allí una línea divisoria, por gruesa o arbitraria que sea, parece útil para detectar a quienes mantienen una conducta digna ya quienes silenciosamente venden su alma al diablo, y quién puede ser el verdadero problema, oculto consciente e incluso inconscientemente. Al final, los animales que se arrastran suelen lucirse con mucho desparpajo porque ya han vendido todas sus defensas morales.

Diría cosas sencillas, ensayando una fenomenología un tanto pueril de este dominio que es «el nuestro». Por ejemplo, que una buena medida de la probidad de los buenos modales es el silencio. Nada más sencillo que guardar un discreto silencio cuando la dictadura comete lo suyo. Enloquecer puede decirse sin mucha pérdida de sentido. Por ejemplo, y para no ir más lejos, se acaba de hacer una de las acusaciones más graves contra el gobierno, que proviene de la ONU y lo acusa no solo de crímenes sistemáticos contra la humanidad, sino de tortura y aquí está la más grave. , todo esto es una estructura permanente cuya cabeza está directamente involucrada por el alto gobierno y el propio presidente Maduro. Y no solo la dictadura optó por el silencio como estrategia ante semejante precipicio, sino que los partidos de la oposición actuaron como si no estuvieran metidos en nada, como denunció el domingo pasado Elías Pino, muy cachondo y con razón.

También existe otro mecanismo sencillo y muy utilizado: la ida. ¿Adónde irá fulano el tiempo que no aparece? A lo mejor salió… no, lo vi el otro día, con su retoño reciente, comiendo helado en Las Mercedes. ¿Está enfermo?… Se veía muy bien. Algunos dicen que lo escucharon en la radio por Internet a altas horas de la noche y que era bueno. Yo lo que pienso es que no quiere quemarse con estos vanos y está en cuclillas para las primarias. Él siempre lo hace. ¿Quién borra? Y realmente un día reaparece, enérgico, líder, fanfarrón como si el diablo se lo hubiera tragado hace unos meses con las barbaridades de los déspotas. Pero, también casi siempre, los ausentes o los silenciosos no están de vacaciones. Al contrario, visitan a los amigos del gobierno de forma muy activa, discreta como lo hace un verdadero político aguerrido. Y comerciar o engañar o, en general, cumplir las promesas en el futuro, futuro lejano y nebuloso. Pero hasta ahora, sin profundidad política.

La línea divisoria podría ser la más simple. Que el adversario sea radicalmente y sobre todo adversario. No es sólo una cuestión ética, sino que incluso puede ser muy pragmática. Quizá el votante vote o deba votar por los valientes. El resto serían negociaciones con ladrones, lo cual es muy antihigiénico y posiblemente electoralmente fatal. Como en las pasadas elecciones con todo y la Unión Europea, que salió en la balanza y los de aquí burlados, los héroes de Barinas, y el gobierno desbordado de gobernaciones. Así es como el pragmatismo «astuto» da sus frutos.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo