martes, abril 23

Homenaje a Mariano Picón Salas (1)

Por Pedro Grasés

Nascimento de Santiago acaba de publicar la tercera edición del libro Imágenes chilenasque fue elaborado conjuntamente por Mariano Picón Salas y Guillermo Feliú Cruz, en 1932. Aparece ahora con unas palabras de prólogo de Salvador Reyes, de la Academia Chilena, y un largo estudio de Guillermo Feliú Cruz, titulado: Por un retrato psicológico de Mariano Picón Salasuna suerte de interpretación del humanista venezolano fallecido hace cinco años, escrita por quien fue su maestro, compañero y amigo durante los 13 años que pasó en la República de Chile, entre 1923 y 1936.

La obra es una emotiva y precisa evocación de Picón Salas. Abarca toda la vida del escritor meridano, desde su infancia hasta su muerte el 1 de enero de 1965, pero ofrece un especial interés en todo lo relacionado con el período chileno de Picón Salas. Para ello, Feliú Cruz está particularmente capacitado, dada la estrecha convivencia que mantuvo con Picón Salas durante los años que vivió en Chile. Quizás hoy no haya otra pluma que pueda explicar con mayor riqueza de datos y referencias, tanto lo que Picón Salas significó para Santiago en esta etapa de su juventud, como lo que Chile aportó para la formación definitiva del ensayista venezolano. Es visible el conocimiento directo y vivo que posee Feliú Cruz. Escribe, además, en la plenitud de su época, recogido entre el admirable tesoro de la biblioteca que ha reunido en su casa de Santiago, provisto del extraordinario capital de sus propias experiencias, consagrado con el más noble afán a completar su prodigiosa obra como historiador y crítico de la cultura chilena. En este lugar donde hasta hace unos años presidía la sonrisa y la mirada de doña Inés, la más dulcemente persuasiva que he visto en mi vida, Feliú Cruz elabora ininterrumpidamente los volúmenes de su obra monumental que le dan aire, perfil y jerarquía similar a la de su maestro y modelo a seguir, Don José Toribio Medina.

Como una agradable distracción de su seria y reflexiva investigación histórica y bibliográfica, Feliú Cruz ofreció a la memoria de su amigo ausente el recuerdo de los días en que su vida y la de Picón Salas “siguieron caminos paralelos”, como bien dice Salvador Reyes. . Hay que apreciar, desde Venezuela, que ese sentido de homenaje a la amistad nos ha proporcionado “esa semblanza bien organizada” de Picón Salas en Chile, con la que se acerca el conocimiento de uno de los más grandes nombres de las letras venezolanas en nuestro país. terminación. siglo.

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Imágenes chilenas Era un libro del hambre. Así lo explica Feliú Cruz cuando anota la respuesta a la pregunta que le hace Picón Salas un día de mayo de 1932, en la sala de la Biblioteca Americana de la Biblioteca Nacional de Santiago:

«¿Qué hacemos para salir de esta miseria?»

«Bueno, hagamos un libro».

Y a partir de ese momento nació el proyecto y el plan de revivir el pasado de Chile a través de los testimonios de viajeros extranjeros.

La comprensión y generosidad del editor Carlos Jorge Nascimento, a quien Feliú Cruz rinde el obligado homenaje de agradecimiento, hizo posible el libro que tuvo la fortuna, tanto que ahora, cuatro décadas después, continúa con la fuerza y ​​el vigor suficientes para una tercera salida.

Toma como punto de partida de este hecho editorial reconstruir Feliú Cruz la biografía chilena de Picón Salas, de 1923, como estudiante del Instituto Pedagógico, cuyos maestros cobran singular importancia, en especial Luis A. Puga, quien también mereció a Picón Salas. el recuerdo reconocido en algunas páginas de sus libros. Clases, discípulos y material didáctico le dan a Feliú Cruz un tema para remendar descripciones y recuerdos emotivos. Picón Salas tenía 24 años cuando ingresó a la clase de historia de Chile. “Él siempre mantuvo una cara con una expresión infantil ingenua. Solo las gafas le dieron alguna representación, que luego desapareció cuando la escuchó hablar con una voz fría y tonificada. El rostro reía, sonreía y estaba animado. Era de mediana estatura y de complexión bien formada.

Sus brazos adquirieron una gran movilidad y sus manos temblaban nerviosamente según el interés que tomaba en su conversación, siempre abundante, sembrada de reflejos. Tenía un discurso fácil, ameno y persuasivo. No era orador y evitó el tono del discurso. La voz era agradable y cálida. Hablar le atraía y era un conversador de primera. Tenía el don de escuchar, de saber escuchar, es decir de prestar atención a lo que decían los demás, lo que, además de regla de educación, constituía una manifestación de tolerancia intelectual. En las frases del discurso o conversaciones de Mariano Picón Salas siempre hubo un agudo sentido de la ironía, libre de maldad, de mala intención. De carácter generoso y altruista, siempre ha sido un buen compañero y un amigo incomparable. Ya entonces había comenzado a sufrir las primeras escaramuzas de la vida.

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Feliú Cruz reconstruye la infancia y juventud de Picón Salas en Mérida y Caracas, antes de viajar a Chile, a través de precisas citas autobiográficas de Picón Salas, luego viaja y se radica en Santiago durante 13 años. Esta porción del retrato psicológico de Feliú Cruz es impagable: estudios, amigos, tertulias, proyectos, esperanzas, ideas políticas, actividades, escritos, diarios, libros publicados, acontecimientos, hasta la ocupación temporal del presbiterio de la Universidad de Chile, etc. , lo que lo convirtió, después de Bello, en “el venezolano más integrado en nuestra realidad”, como dijo Ricardo Latcham.

Y, posteriormente, el regreso en 1936 a Venezuela. Feliú Cruz sigue en Picón Salas, lo que él llama “la huella de Chile”, a través de las acciones políticas, literarias, docentes y diplomáticas que Picón Salas llevó a cabo hasta su muerte. Los contactos con Chile y con los chilenos los establece cariñosamente Feliú Cruz, presididos por lo que dijo el propio Picón Salas: «Lo tropical en mí…, sintió la influencia moderadora y lógica de esta raza templada de ‘inteligencia y sensibilidad chilena’. Feliú Cruz reproduce el capítulo de la experiencia chilena en Picón Salas. «En la fértil provincia indicada», extracto de su libro autobiográfico El retorno de los tres mundos (1959).

Feliú Cruz termina su estudio con los últimos recuerdos de Picón Salas, y concluye con una visita a Beatriz Otáñez, la viuda, con motivo de su viaje a Caracas con motivo del centenario de la muerte de Bello, en octubre de 1965.

En definitiva, una obra bien documentada que suscita emoción y agradecimiento, por el profundo sentimiento de amistad y respeto hacia el amigo fallecido.


1 Mercurio (Santiago de Chile), 3-5-1970, pág. siete.

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Hildelita Carrera Cedillo
Hildelita Carrera Cedillo