viernes, marzo 29

Breves sobre el discurso para el cambio

“La responsabilidad es el eje de nuestro desarrollo comunitario”, S. Velandia Ramírez, Bogotá 2022

El populismo vuelve a estar de moda, pero, todo hay que decirlo, siempre ha estado ahí como tentación en el ejercicio de la política; Hoy, como entonces, es el vehículo de una de las muchas formas de irresponsabilidad. Es importante tener claro la propuesta que se le debe hacer al país sepultado en sus complejos, sus dudas y sus resignaciones.

El mundo occidental, fundamentalmente, conoce y padece hoy el síndrome del populismo nacido de la sobrevaloración de los supuestos derechos de la individualidad en detrimento de los derechos, valores, principios y fuerzas comunitarias.

Un buen ejemplo de lo discutido es la llamada ideología LGBT… que se ha convertido en una especie de pensamiento intelectual orgánico sobre Gramsci, siendo una minoría manifiesta e imponiéndose a la mayoría que, confundida, ha permitido hacerlo con excesos nocivos evidentes.

Nada de esto ocurre en Asia, en África, en el mundo islámico y de ahí deducimos que es un fenómeno al que llegamos con la práctica de un liberalismo a veces insultante y, por cierto, tiene la paradoja totalizadora. .

Al mismo tiempo, si repasamos la historia reciente de nuestro continente, vemos desde distintas posiciones estratégicas un virulento desafío al orden democrático basado en las instituciones y el derecho y, por otro lado, un progresivo ausentismo cívico que ha permitido que el grueso de sociedad a permanecer callada y resentida, distante, egoísta, dejando que las ideologías activas marquen la pauta.

Así, los referentes del pasado siglo no muy lejano se han derrumbado literalmente y rigen otros parámetros que, mezclados con una especie de estado anómico, han conformado un perfil lleno de frustraciones, malentendidos, incertidumbres e incredulidad.

En Venezuela, donde se desarrolla una revolución que ha traído todos los fracasos al país, la nación atraviesa un dilema depresivo y pernicioso. O la gente se va a cualquier otro destino y, a veces, a otro infierno, o se queda, se fusiona y abandona.

Sin embargo, queda una masa vacilante que, de ser despertada, tendría un papel decisivo en la deliberación y en la entidad de su soberanía; pero este consorcio coterráneo también fue inoculado antropológicamente de tal manera que fue separado de sus conciudadanos. Las personas que no se han ido, que se han quedado con nosotros, deambulan sin rumbo, sin rumbo, en la simple experiencia del día a día y que vale la pena repetir, contentos de sobrevivir.

El espesor de las patologías que nos aquejan, diagnóstico compartido por la indiscutible generalidad, nos encuentra también con falta de liderazgo; si los hubiere, y sin comunicación entre sus segmentaciones y ni con quienes los siguen de una forma u otra.

Allí, funciona la fuerza continua del chavomadurismo, del militarismo, de la ideología, del facisocialismo. Ce n’est pas leur force qui leur a permis de l’emporter mais plutôt la faiblesse de l’autre camp, déterminé à se remettre en question, incapable de métaboliser ses échecs et pire encore, déterminé à ne pas apprendre de ses succès non Más.

Sin embargo, me tomaré la libertad de evocar lo que considero más importante en esta etapa de desarrollo y creación de una dinámica política; el discurso y configuración de una propuesta de liderazgo para este destello de nuestra historia.

Disolver muchas de nuestras fuerzas republicanas, en estado de precariedad normativa y llenas de excesos anómicos; deconstruye la nación entre la centrífuga que nos vació y desarraigó y el daño antropológico que nos minó; debemos asumir la urgente necesidad de reconectarnos y el aspirante a la realización debe sacarnos del estancamiento, la postración y la desesperación; Debe hacerlo proponiendo con sinceridad una perspectiva que despierte el interés y luego el compromiso con una causa racionalmente más que justificada. Cambiamos o dejamos de ser lo que fuimos y ahora nos encontramos desfigurados.

Contrariamente al discurso populista que se preocuparía por las sensaciones y la epidermis del grupo social, lo que queda en la mente del ciudadano debe ser buscado, encontrado e invocado, convocado, para una empresa mayor que la oportunidad electoral.

Lo que el país aspira y lo que inconscientemente no logra no es otro presidente sino otro sistema, otra sociedad, la recuperación de la nación, otra economía, otra institucionalización, otra educación, otra universidad, otro barrio, otro mundo.

Más claramente, se debe construir una comunicación real y veraz entre el habla y la acción. La propuesta se aloja en este diálogo a emprender y mantener con la sociedad silenciosa e incluso con la que parece alienada. Ante la desunión de las mentes ciudadanas, salvemos la palabra que aglutina el proyecto que nace de esta misma sociedad y que debe ser justificado en el tiempo, pero ofreciendo confiabilidad.

Ciertamente te escucharé y apoyaré tu libertad de expresión, pero también te diré más de lo que te gustaría escuchar, te diré cómo debes ayudar a tu país, cómo puedes ser el artífice de un acto épico que la historia nos citó. No es solo vencerlos, es recuperar nuestra capacidad de construir un futuro diferente a la nada en la que vivimos. Acerca de cómo puedes ser un actor y no solo una multitud, supongo, uno diría.

Cuida la disertación señalando con verdad la línea de flotación de la hegemonía patológica impuesta. De eso se trata. La situación desastrosa, la rutina diaria, que más o menos todos vivimos y sufrimos, lo sabemos, lo sentimos y sabemos que no lo queremos para nosotros y nuestros hijos. El informe médico ya está en la mente del pueblo, ahora es el momento de integrarlos a la terapia que rehace, rehabilita, recupera al país enfermo, incluso en agonía.

“La razón es la acción de la voluntad” (Thiebaut, Carlos, Prueba ciudadana, Paidós, Barcelona, ​​1998, p. dieciséis.). Animar, convencer, persuadir, descubrir, a la vez que aprender y conocer, advertir y deducir en el intercambio dialéctico, construyendo un discurso como expresión y comunicación, como lenguaje que todos entiendan y sobre todo su pragmática.

El discurso del cambio es por tanto moral, económico, social, institucional, espiritual, porque es ahí donde más se han expuesto los daños del mal gobierno y el daño público; sin embargo, es lo que la orientación filosófica del proyecto ciudadano destilará en su deliberación lo que cimentará esta construcción por el momento.

¿Cuánta libertad necesitamos? ¿La igualdad supera a la solidaridad o es a través de ella que nos acercamos? ¿Es la dignidad de la persona humana el fin del Estado? ¿Qué economía? ¿Estoy asumiendo un papel que mi gente y los demás pueden adoptar con confianza? Yo que pido justicia, ofrezco mi ayuda para obtenerla? ¿Soy ciudadano, soy honesto, soy útil? ¿Amo a mi familia, a mis compatriotas, a mi historia, a mi idioma, a mi cultura, a mis conceptos? ¿Contemplo el sacrificio por los compatriotas en algún momento de mi vida?

Tantas preguntas por responder. La aspiración es competir, crecer, mejorar, producir riqueza, mejorar, florecer sin trastornar al grupo al que pertenecemos y hoy no pertenecemos. No es tolerar, es respetar. Fortalezcamos nuestra nación. No se tratará de sometimiento porque a veces somos mayoría y siendo así tenemos derecho a eso, pero tampoco es cierto que las minorías siempre tengan razón.

Debemos reconstruir nuestro lenguaje, nuestra escritura, nuestro tratamiento, nuestra valoración si realmente nos atrevemos a inventar otro escenario existencial, otro teatro, otra ilusión, otra utopía, otra tragedia más. “Sapere Aude” Recitó recientemente mi amigo Julio César Fernández Toro, evocando a Horacio y Kant.

La revisión cardinal de la rendición de cuentas es la piedra angular y el engranaje con el que viajaríamos desde aquí y más allá hacia el cambio esperado. La alteridad, la asunción del deber de todos y cada uno de nosotros, y de cada uno llamado a representar a los demás.

Hace unos años me tocó en suerte dar un discurso solemne que pensé que iría al fondo de la ciudadanía venezolana, pero salió muy poco o nada. De este discurso, del 5 de julio de 1995, traigo con emoción una última cita, un poema de un vasco, Gabriel Aresti, que a menudo me viene a la memoria y me toca profundamente; tal vez como los libertadores este sentimiento que dio origen a la idea de patria. “Defenderé la casa de mi padre, contra los lobos, contra la sequía, contra la usura, contra la justicia… Defenderé la casa de mi padre; perderé el ganado, las huertas, los pinares; Perderé intereses, rentas, dividendos, pero defenderé la casa de mi padre… Me quitarán las armas y con mis manos defenderé la casa de mi padre. Me dejarán sin brazos, sin hombros y sin pecho, y con el alma defenderé la casa de mi padre. Moriré, mi alma se perderá, mi descendencia se perderá, pero la casa de mi padre permanecerá».

@chittylaroche

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Saenz Olvera
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